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miércoles, 25 de enero de 2017



LOS DONES Y TALENTOS

Los dones y talentos se gozan en sí y por sí por el simple hecho de ponerlos en acción y compartirlos, sin esperar, ni desear, ni perseguir nada. En cuanto algunas de estas querencias aparecen en escena, el gozo íntimo se diluye y es sustituido por la convulsiva y fatigosa ansia del ego para lograr su satisfacción. Por lo mismo, en el genuino ejercitar de los dones y talentos no hay vanidad, pues no se busca darse importancia, ni sentirse necesa...rio, ni alcanzar algo ajeno a uno mismo… Al practicar y compartir los dones:
+No se anhela levantar en los demás reconocimiento ni valoración positiva alguna, que es lo que espera la parte del ego que se halla en constante actitud defensiva.

+No se aspira a la obtención de admiración, que es lo que le gusta a esa otra parte del ego más narcisista y a la ofensiva, ambicionando siempre seducir a los demás para reafirmarse.

+Y no se pretende “ayudar” a nadie, pues los dones y talentos beben de la “innecesariedad de hacer”, lo que permite percatarse de la enorme vanidad que supone querer incidir o interferir en el proceso consciencial y evolutivo de los demás… Se ejerce el don, se comparte, se goza íntimamente con ello y punto. Ya se encargará la vida de que repercuta en los otros de la forma que sea. Tú no te pre-ocupes, no persigas nada y confía en la Vida. Y entonces podrás comprobar que el “hacer no haciendo” que representa la puesta en práctica de tu don genera en los demás un “ayudar no ayudando”, algo que no depende de ti, aunque al ego le encantaría, sino de la vida y su fluir natural.

De hecho, cada cual reaccionará ante tus dones y talentos en consonancia con su propio estado de consciencia y momento evolutivo. Y tú los ejercitarás con independencia de esas reacciones, sean del tipo que sean. Sin codiciar ni admiración, ni reconocimiento. Y sin aspirar a “ayudar” a los otros, pues eso introduciría a los dones en la esfera egocéntrica de la búsqueda de resultados y la interferencia en el proceso consciencial de los demás porque tú, tu ego, crea que es “bueno” o “mejor” para ellos. Sencillamente, con entusiasmo y gozo íntimo, pero sin pretensión ni expectativa alguna, pon la luz que eres sobre el candelero…
Emilio Carrillo

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