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miércoles, 15 de febrero de 2017

El amor Divino y la psicología



El siguiente paso

Este es un extracto del dictado El Siguiente Paso – El Amor Divino y la Psicología, por Pablo el Veneciano, publicado en las Perlas de Sabiduría Vol. 25 No. 59 de 1995.
Ahora, la plenitud del amor no puede ser amor a menos que sea acción. El amor contemplado o la mera repetición de palabras pueden ocupar la fantasía, pero el amor en acción es la medida de un corazón unido con la mente y el alma.
Por lo tanto, al llegar, os traigo tal vez una comprensión de la psicología de vuestra propia alma en relación con El Morya y el amado Señor Lanto. Porque percibis, vuestro corazón se enamora fervientemente de la voluntad de Dios, de la alegría en la presencia de El Morya y del estudio de las sabias enseñanzas. Pero hay una gran confusión, si lo puedo decir así, entre los estudiantes (que es similar a la confusión en esta casa planetaria) de que la acción contemplada, la felicidad, la alegría de los logros de otros es el equivalente del logro del tercer rayo, el amor mismo.
Algunos realmente suponen que las palabras “te amo” acarrean la fuerza total de su compromiso y cumplimiento. No es así. Es un mantra que debe ser satisfecho por una aguda percepción de las necesidades y demandas de cada parte de la vida y lo que debería ser la próxima entrega de uno mismo. Por lo tanto, veréis, es fácil confundir el amor contemplado a los maestros, a la actividad, al mensajero, etc., con una inacción que no completa el ciclo.
Aquí, entonces, arremangamos las mangas y nos damos cuenta de que el amor del tercer rayo y su chohan, sus disciplinas, sus chelas, deben llevar adelante esos planes, esas enseñanzas, esos consejos dados, ya registrados, que ahora merecen hacerse físicos. Y la medida de la copa del amor de todos debe ser lo que se produce y traer el pleno florecimiento y el fruto del Árbol de la Vida.
Permítid, pues, definir cuidadosamente cuáles son esas espirales aún por completar, el camino contemplado de la vida. Cada uno tiene un sentido de autoconocimiento de lo que ha de lograrse. ¡No penséis que solo al pensar en ello lo lograréis! En la hora de la transición, en la necesidad de volver a empezar de nuevo, de empezar de nuevo, y de comprender de nuevo que la poderosa obra de las eras debe ser aquí en la tierra un santuario para los vivos, los libres, los pequeños, y para el Señor mismo que habita con su pueblo.
Ahora, por lo tanto, conversaré con vosotros sobre el paso no dado – el paso contemplado y a menudo resistido hasta que la resistencia misma se convierta en hábito y un impulso enrollado alrededor de la espina dorsal del ser. Y este polo del ser, entonces, una vez establecido con ese hábito, se convierte en un acto ya no revisado ni cuestionado. Simplemente se convierte en una auto-aceptación, “Bueno, esta es la forma en que soy. La gente tendrá que aceptarme como soy. Este es mi nivel de servicio. Esto es todo lo que pienso dar. Otros tendrán que hacer el resto.”
Pues bien, la falacia en esto no es el autoconocimiento y la definición del potencial de uno, porque es bueno entender la nuestra capacidad y no comprometerse más de lo que uno puede. Pero la falacia es, corazón amado, la sensación de que uno puede descansar en cualquier meseta o llegar a un conjunto de definiciones de su vida o personalidad, sellarlas con una cera selladora, hacer la huella del sello de sí mismo y decir: “Así como está. Que así sea. He hablado.”
Ahora, este es el ego humano que mantendría cautivo y prisionero el alma a un cierto nivel conocido, a un cierto nivel de estabilidad. Pero sin saberlo mantendría el alma allí, y convencería al alma de que ningún otro progreso puede o debe hacerse y que su nivel actual de logro es suficiente para todas las cosas.
¿Cómo se puede reconciliar este estado de ánimo con el movimiento ascendente y en espiral de las galaxias, de Dios mismo, de los maestros ascendidos y sus círculos de chelas, todos los cuales se mueven a través del cosmos a velocidades colosales hacia el Sol Central?
Cuidémonos entonces de que la autoevaluación no de lugar a la inercia del reposo y que tal inercia no se confunda con el estado lícito de samadhi o de nirvana. Contrariamente a cualquier opinión humana, estos estados superiores de conciencia son los de movimiento incluso dentro del punto y el corazón del resto.
¡Confío, entonces, que entenderéis cuando digo que he venido a hacer girar vuestros trompos! He venido para aumentar el movimiento y para daros el sentido interior del tiempo, un tiempo que refleja ahora vuestra Presencia YO SOY y el voto interior de convertiros en todo lo que sois. Por qué, al convertiros en todo lo que sois, esto es lo que canta, baila y ora, y vive y trabaja! Pero este devenir es un movimiento, que requiere diligencia y un conocimiento íntimo del rayo rubí, que es siempre de autosacrificio.

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